Conil de la Frontera
Numerosos vestigios como una moneda de bronce conservada en el Museo Arqueológico de Cádiz o los restos de una necrópolis en la Huerta del Sol atestiguan la presencia fenicia en la zona. Puerto de innegable importancia durante las épocas romana y visigoda, a pesar de su enorme ambiente turístico este caserío blanco de urbanismo andalusí ha sabido mantener el sabor y el encanto de las villas marineras. De las fortificaciones medievales conserva lienzos de sus murallas en la Puerta de la Villa (s. XVI) y en un baluarte que las fortificaba. Desde las torres vigía de Roche, Puerco y Castilnovo (ss. XVI y XVII) se avistaban los posibles ataques piratas o invasiones. Y por último, la Torre de Guzmán, de los ss. XIV y XV, formaba parte del antiguo castillo y es el núcleo alrededor del que se formó la población.
En la misma plaza del Castillo se ubican la iglesia Parroquial de Santa Catalina y la casa consistorial. Otros monumentos destacables son el hospital de la Misericordia, la ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno (patrón de la villa), el convento de Nuestra Señora de las Virtudes y la ermita del Espíritu Santo. No se debe olvidar visitar también el museo de Raíces Conileñas ni acudir a las interesantes subastas de pescado que se desarrollan en la lonja de su puerto pesquero. Recomendable la visita a La Chanca y su Centro de Interpretación y Documentación del Mar, el Atún y las Almadrabas.
Conil es sin duda un destino selecto para el turismo de sol y playa. Es uno de los pueblos de la comarca con más ambiente, sobre todo en verano, propiciado en parte por las lujosas urbanizaciones que la rodean. Grandes masas de pinares, como los de Roche o El Colorado llegan muchas veces hasta las playas contribuyendo a que éstas se hayan conservado vírgenes.
Pinares de Roche
El municipio conileño cuenta con valiosos espacios naturales, destacando los Pinares de Roche y el Colorado. Se pueden encontrar especies en extinción como la importante población de enebro costero, o el fartet, pequeño pez hermafrodita que tiene su hábitat en el Río Roche.
Además de su importante labor alfarera (de las más representativas de la provincia) este pueblo agrícola y pesquero puede estar orgulloso de su cocina con platos tan deliciosos como el morrillo de atún, el cazón en adobo, los calamares rellenos, los chocos con patatas, el arroz con cardillos, alcauciles o tagarninas…
Playas Idílicas
A lo largo de 14 km. de litoral, se extienden playas para todos los gustos, de fina arena blanca, aguas transparentes que permiten la práctica de todo tipo de deportes náuticos y una belleza espectacular. Bajando hacia el pueblo, se encuentra a la izquierda la extensa playa de Castilnovo, a la que se suman Los Bateles (con numerosos servicios y rodeada de innumerables restaurantes y bares), La Fontanilla, El Roqueo, y Fuente del Gallo, más recoletas y acogedoras. También posee el municipio encantadoras y paradisíacas calas al pie de asombrosos acantilados.